La imagen de la semana esta vez se trata de un pingüino emperador a punto de salir del agua, momento en el que alcanza su máxima velocidad.
En la imagen se observa un rastro de burbujas dejado por el pingüino. Estas burbujas reducen la densidad y viscosidad del agua alrededor del cuerpo, lo que reduce la resistencia y permite al ave alcanzar velocidades que de otro modo serían imposibles. Cuando un pingüino emperador nada, la fricción de su cuerpo con el agua ralentiza sus movimientos y mantiene su velocidad máxima entre 1,2 y 2,7 metros por segundo. Pero durante breves tramos, el pingüino es capaz de duplicar o incluso triplicar su velocidad, dejando escapar el aire atrapado entre las plumas en forma de burbujas diminutas.
La clave de esta capacidad está en las plumas. Como otras aves, los pingüinos emperador son capaces de ahuecar el plumaje y aislar el cuerpo con una capa de aire. Sin embargo, mientras que la mayoría de las aves tienen hileras de plumas con la piel desnuda entre una y otra, el plumaje del pingüino emperador forma una capa densa y uniforme. Y como en la base de cada pluma hay filamentos minúsculos de apenas 20 micras de diámetro (menos de la mitad del diámetro de un cabello humano), el aire queda atrapado en una red finísima. Cuando es liberado, lo hace en forma de burbujas diminutas que crean una capa lubricante en la superficie de las plumas.
Foto: Paul Nicklen,
Fuente: National Geographic
Muy interesante, no sabía de esa capacidad de los pingüinos.
ResponderEliminarme encanta la foto ^^
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