Los científicos lo llaman un "vínculo cerebral", y es lo más cerca que ha estado la ciencia de alcanzar el sueño de la conexión mental en la vida real: los pensamientos de una rata que pasea y retoza en un laboratorio de Brasil son capturados por sensores electrónicos y enviados por Internet al cerebro de una rata situada en Estados Unidos.
En el experimento, una de las ratas, algo sedienta, aprendió a presionar una palanca concreta cuando se encendía una luz para obtener un sorbo agua. Este tipo de entrenamientos son habituales para los roedores de laboratorio. La otra fue adiestrada para aprender a decodificar señales eléctricas y convertirlas en un comportamiento, algo menos habitual, pero que ya es posible desde hace unos años.
Lo novedoso de este trabajo es que la actividad que tenía lugar en la corteza cerebral de la primera rata, denominada codificadora, cuando presiona una palanca se recoge electrónicamente y se transmite por internet al cerebro de la segunda, la descodificadora, situada en Brasil. Y curiosamente, este roedor supo interpretar los impulsos eléctricos que llegaban a su corteza cerebral a través de unos microelectrodos del grosor de la centésima parte de un cabello y reproducir el comportamiento de la primera rata, a la que no veía. Es decir, logró presionar la palanca adecuada para obtener la recompensa guiada únicamente por la información que la llegaba procedente del cerebro de la rata de Carolina del Norte, ya que ella no recibía ninguna pista en forma de luz.
El experimento ha sido publicado en 'Scientific Reports' por un grupo de investigadores liderado por el investigador de origen brasileño del Centro Médico de la Universidad de Duke (EEUU) Miguel Nicolelis, el segundo animal recibe el pensamiento de la primera e imita su conducta.
Al margen de la sensación de ciencia ficción que transmite el estudio, el avance que supone en la conexión directa de cerebro a cerebro podría sentar las bases de lo que Nicolelis llama un "ordenador orgánico" donde varios cerebros están unidos para resolver problemas a los que los cerebros individuales no pueden hacer frente.
Varios expertos opinan que este campo de estudio es "un campo de minas" para la ética. Sobre todo porque Nicolelis ya está trabajando en la comunicación cerebro a cerebro entre monos.
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