sábado, 24 de marzo de 2012

De moscas y oscuridad


El 11 de noviembre de 1954, el doctor Syuichi Mori, de la Universidad de Tokio, introdujo un grupo de moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) en varias botellas y dejó que se reprodujeran en condiciones de absoluta oscuridad durante generaciones. Tanto es así, que después de su muerte sus compañeros continuaron cuidando de aquellas moscas, cuya variedad pasó a ser conocida como Dark-fly (mosca oscura). 

Seis décadas después, un equipo de la Universidad de Tokio ha secuenciado el genoma de estas moscas en busca de los cambios que la ausencia de luz ha dejado en su ADN. El estudio, publicado en PLoS One, no muestra un cambio radical ni moscas albinas y ciegas como las especies que evolucionan en las cuevas. Las moscas tienen ojos normales y conservan los ritmos circadianos de sus antepasados "diurnos". En la apariencia externa, una mosca de la oscuridad es indistinguible de una mosca control (Oregon R-S). El control en los experimentos de este tipo es una variedad de la misma especie distinta a la estudiada que se emplea para buscar las diferencias que pueda poseer la variedad estudiada. En este caso se compararon moscas Oregon R-S con moscas Dark-fly para ver como éstas últimas habían cambiado.

Pero el hecho de haber pasado 57 años en la oscuridad (1.400 generaciones), ofrece algunas pistas sobre posibles adaptaciones. Para comprobarlo, los científicos comenzaron estudiando su capacidad de reproducirse, un indicador muy importante en la adaptación para la supervivencia. Se cogieron varios grupos de moscas (oscuras y normales) y los sometieron a distintas condiciones de 24 horas de luz, 24 horas de oscuridad y mitad luz/mitad oscuridad, durante tres días. Después se hizo un recuento del número de crías y se comprobó que las moscas oscuras tenían una ventaja reproductiva en las condiciones de total oscuridad frente a las normales, que no se reproducían igual de bien sin luz. Por otro lado, las hembras jóvenes de Oregon R-S morían gradualmente en condiciones de oscuridad permanente, frente a los ejemplares adaptados que no morían y se reproducían mejor.

Una vez secuenciado el genoma, los investigadores comprobaron que se habían producido mutaciones hasta en 220.000 puntos y 4.700 inserciones o borrados. "Esto sugiere", afirma el estudio, "que una alteración genómica a gran escala ha ocurrido en la mosca Dark-fly". La inmensa mayoría de estos cambios no tienen ninguna significación real, pero sí hay algunos cambios que parecen llamativos, como la desaparición de un gen que tiene que ver con el metabolismo de la grasa o la mutación de otro que combate las toxinas. Los científicos especulan con que las moscas normales usan la luz para destruir algunas toxinas y las moscas de la oscuridad han evolucionado para destruirlas sin necesidad de luz.

En resumen, el estudio no ha mostrado un cambio radical en la genética de las nuevas moscas que señale claramente el proceso de adaptación, pero ha recopilado decenas de pistas de cómo cambia el código genético de una especie cuando se alteran de forma global sus condiciones de vida.





PD. Que recuerdos tan entrañables me traen las Drosophila de las prácticas de genética sexando moscas...con toda la clase oliendo a éter y a papilla.


Gracias Miru por el enlace :)

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